Romeo Murga: Un Poeta Inolvidable de Copiapó
Romeo Murga: Un Poeta Inolvidable de Copiapó
Romeo Murga, nacido en Copiapó el 17 de junio de 1904, fue un destacado poeta chileno cuya breve vida dejó una profunda huella en la literatura nacional.
Estudó en el colegio La Merced, actualmente conocido como Liceo Católico, y posteriormente en el Liceo Alemán y el Liceo José Antonio Carvajal, donde cursó sus estudios secundarios. Más tarde, se trasladó a Santiago para continuar sus estudios en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde se tituló como profesor de Estado en la asignatura de francés. Fue contemporáneo y amigo de figuras como Pablo Neruda y Eugenio González, con quienes compartió su pasión por la literatura en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y se le considera parte de la "Generación literaria de 1920".
Murga es especialmente importante para su ciudad natal debido a su destacada participación en el panorama literario de la época. Aunque su vida fue corta, (muere de tuberculosis en 1925), su obra ha perdurado y ha sido objeto de múltiples homenajes y reediciones, incluida una reciente por la editorial Alicanto Azul de Copiapó. Este reconocimiento continuo subraya su relevancia y legado en la cultura local.
Entre sus publicaciones más destacadas se encuentra "El libro de la fiesta" (1923), una colección de poemas que captura la esencia de su estilo lírico y profundo. También colaboró en diversas revistas literarias como "Claridad" y "Zig-Zag", donde publicó ensayos y poemas que reflejan su visión del mundo y su sensibilidad artística. Otros trabajos importantes incluyen "Cantos a la vida y a la muerte", "La copa del silencio" y "El canto en la sombra", todas publicadas póstumamente y consideradas piezas clave de su producción literaria.
Morirás un día
Y la noche terrible se te entrará en los huesos.
(Acaso en nuestras horas de amor lo presentiste).
En tu morada oscura, la canción de mis besos
pondrá un temblor de almohada sobre la tierra triste.
Mi espíritu a tu lado velará sin descanso,
disipando las nieblas oscuras de la muerte.
Sentirá que la vida se va como un remanso,
y frente a los misterios, se creerá más fuerte.
Tú no estarás inerte.
Te abriré mi memoria.
y olvidaré, a tu lado que tengo que vivir,
y junto a tus despojos, apuraré la gloria
de vivir como un muerto, mirándote dormir…
“Con este Romeo Murga fuimos a leer nuestras poesías a la ciudad de San Bernardo, cerca de la capital. Antes que apareciéramos en el escenario, todo se había desarrollado en un ambiente de gran fiesta; la reina de los Juegos Florales con su corte blanca y rubia, los discursos de los notables del pueblo y los conjuntos vagamente musicales de aquel sitio; pero cuando yo entré y comencé a recitar mis versos con la voz más quejumbrosa del mundo, todo cambió: el público tosía, lanzaba chirigotas y se divertía mucho con mi melancólica poesía. Al ver esta reacción de los bárbaros, apresuré mi lectura y dejé sitio a mi compañero Romeo Murga. Aquello fue memorable, al ver a aquel quijote de dos metros de altura, de ropa oscura y raída, y empezar su lectura con voz aún más quejumbrosa que la mía, el público en masa no pudo ya contener su indignación y comenzó a gritar: “¡Poetas con hambre! ¡Váyanse! No echen a perder la fiesta”.
Releer la obra de Romeo Murga es una invitación a sumergirse en la sensibilidad y profundidad de su poesía, influenciada por el simbolismo francés, especialmente por Paul Verlaine. Sus escritos exploran temas universales como el amor, la sensualidad y la lucha interna entre el deseo y la pureza. Además, su estilo poético ofrece una ventana al ambiente intelectual y juvenil del Chile de principios del siglo XX, proporcionando una valiosa perspectiva histórica y literaria.
Murga no solo fue un poeta sino también un traductor, lo que enriqueció el panorama literario chileno al introducir obras de autores franceses al público hispanohablante. Su capacidad para capturar la esencia de la poesía simbolista y adaptarla a su propia voz poética lo convierte en un autor digno de ser revisitado por nuevas generaciones de lectores.