
100 años de la #CaperucitaDeGabriela
Gabriela Mistral y los 100 años de su Caperucita Roja

Un día de diciembre en 1945, una talentosa y querida profesora de provincia, conocida artísticamente como Gabriela Mistral, viajó a un lejano y frío reino llamado Suecia. Allí, entre castillos nevados y hombres de nieve, recibió de manos del rey Gustavo V el prestigioso Premio Nobel de Literatura, en reconocimiento a su vasta y multifacética trayectoria como poeta, educadora, diplomática e intelectual del Valle del Elqui.
En la década de 1920, en el contexto de la Revolución Mexicana, Gabriela Mistral fue invitada por José Vasconcelos, entonces ministro de Instrucción Pública, a colaborar en la reforma educativa de México. En este escenario, Mistral desarrolló una faceta menos conocida: la de promotora de literatura infantil. Junto a su colega Palma Guillén, participó en la elaboración de Lecturas clásicas para niños (1924), una antología destinada a la educación primaria que reunió fábulas, relatos y textos adaptados para la formación lectora.
Ese mismo año, Gabriela Mistral publicó en Madrid su libro Ternura, editado por Saturnino Calleja. Allí incluyó por primera vez su versión en verso del cuento clásico Caperucita Roja, marcando un hito dentro de su producción para niños.
La versión de Caperucita Roja de Mistral es notable por su estilo rupturista y adelantado para su época. Ella optó por reproducir los cuentos clásicos en versos alejandrinos, de catorce sílabas perfectas, aportando un aire poético a las narraciones. Sin embargo, lo más llamativo es la forma en que Gabriela Mistral mantuvo la crudeza del relato, incluyendo su desenlace trágico y perturbador.
A diferencia de las versiones más suavizadas de Charles Perrault y los Hermanos Grimm, Mistral decidió no edulcorar la historia. En sus versos, el lobo dice: “Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho” y “Caperucita cede al reclamo de amor”, lo que rompe con los arquetipos moralistas tradicionales y confronta al lector con una lectura descarnada del clásico infantil.
Estas decisiones literarias han sido objeto de diversos análisis e interpretaciones. Algunas lecturas sugieren que Mistral quiso poner sobre la mesa temas tabú para su época, como el abuso o la violencia simbólica, mientras que otras sostienen que su intención fue preparar a las niñas para un mundo sin héroes salvadores, fiel a su creencia en la fortaleza, autonomía y conciencia crítica de las mujeres desde la infancia.
En 2012, estos cuentos fueron reeditados en Chile por la editorial Amanuta, con ilustraciones de Paloma Valdivia, permitiendo que nuevas generaciones redescubran la visión única de Gabriela Mistral sobre los clásicos infantiles.
